Ruedas de molino no cambian la realidad

 

Mouris Salloum George*

No es asunto de semántica. Es cuestión de soberanía nacional. El oficialismo los puede recibir como huéspedes distinguidos y tenderles alfombra roja. Una vez aclimatados, es absolutamente probable que actúen como implacables comisarios imperiales.

 

Experiencias en México sobran: Se ocultó durante mucho tiempo la existencia de una base de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), adscrita a la Embajada de los Estados Unidos. Los activos de la Agencia Antinarcóticos (DEA) permanecieron agazapados hasta que uno de ellos fue secuestrado y torturado en Guadalajara, Jalisco, provocando un grave conflicto diplomático con Washington.

 

Durante el sexenio de Felipe Calderón, fue ejecutado en territorio mexicano un agente del Departamento de Aduanas estadounidense, cuya misión encubierta se desconocía hasta que se jaló el hilo de la Operación rápido y furioso, por la que se ingresaba clandestinamente a México armamento prohibido, con destino al crimen organizado.

 

Ahora, en México, andan como Pedro por su casa agentes del FBI en busca y captura de malosos, victimarios de familias que ostentan la condición de nacionales estadounidenses, por cuyo sacrificio, parientes acuden a El Capitolio pidiendo justicia trasnacional.

 

Las cosas como son: Apenas firmado en Palacio Nacional el Protocolo que “modifica” el texto del T-MEC, es del dominio público que la Embajada de los Estados Unidos tiene ya espacio para agregadurías laborales.

 

Sólo prepararan respuestas rápidas a la Reforma Laboral

El responsable comercial de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, dice que la función de esos agregados es armar respuestas rápidas a la implementación de la Reforma laboral en nuestro país.

 

La presidenta de la mesa directiva del Senado, coadyuvante de la Política Exterior del Ejecutivo, Mónica Fernández Balboa, asegura que esa injerencia no lesiona nuestra soberanía nacional. Si ella lo dice, está en la línea del presidente de la Junta de Coordinación Política de la cámara alta, Ricardo Monreal Ávila, quien no ha tenido reparo alguno al T-MEC. Ni lo tendrá.

 

Para fortuna nuestra, Donald Trump ya no ve a México como patio trasero. Como por ensalmo, dejamos de ser malos hombres que inundan con drogas a los Estados Unidos, violan a sus mujeres y les roban los empleos a los trabajadores norteamericanos.

 

De un día para otros, somos puras almas de Dios, que ha distraído su apretada agenda para hacer una visita a México y reivindicarnos. ¿Será verdad tanta belleza navideña?  

* Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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